A diferencia del mundo actual hace algún tiempo era un lugar sucio y peor aún cuando estás en prisión: paredes llenas de sangre, mugre y cosas.
Así que no hay mucho que esperar un preso a ser un monstruo limpio. Entonces, ¿cómo respondería usted si le dijera que el cepillo de dientes, and perhaps the most popular hygienic tool ever, was built in prison?
William Addis despertó un día en su celda, miró si no habían muros en la costa, y se dirigió a los baños. Al igual que cualquier otro inglés siglo 18, se cepilló los dientes con sal. La costumbre de los dientes de limpieza en el momento de tomar un trapo, sumergirlo en el el hollín o de la sal y frotar el trapo contra los dientes. Toda la historia humana lo hacía: Aristóteles había aconsejado a Alejandro el Grande utilizar un trapo en sus dientes. Dentista de George Washington había sugerido un trapo con una tiza sobre el mismo. Ahora, usando el mismo método, el encarcelado Addis consideró ineficaz. Debe ser porque en la cárcel los tapos no son muy buenos.
Utilizando herramientas de lo que tenía acceso a, Addis tomó el hueso de un pedazo de carne que se utilizará como mango, algunas cerdas que compró a el guardia para servir como la cabeza inventado él algún cepillo de dientes.
Después de salir de prisión empezó a fabricar cepillos de dientes y se vendieron como churros.
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